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Mostrando entradas de noviembre, 2018

El año de los ineptos

Este año está siendo el año de los ineptos. Menos mal que parece que ya se acaba. Empezó con aquellos problemas con las compañías telefónicas, luego con los problemas del seguro y ahora ya estamos con los problemas con los bancos. Esta semana pasada por fin se produjo la firma de la venta del apartamento. Tal como comentaba con unos compañeros de trabajo, hasta ahora he comprado tres casas. Durante un tiempo, de hecho, hubiera podido decidir en cuál de las tres dormir ... de haberme dejado el inquilino. Bueno, al menos en dos. Ahora ya solo me queda una. De haber comprado a precios de crisis, hoy no tendría hipoteca. Pero no es así, en las dos casas que vendí, el precio de venta ha sido sustancialmente inferior al de compra, un 25% o así. Una la compré justo antes de la crisis y otra justo después. Ambas con precios por debajo de los máximos de la burbuja pero muy por encima de los mínimos de la crisis. Sin embargo, la casa actual vino a corregir esos excesos pues la pudimos comprar

Malabares

Ha sido una semana de malabares. Juggling, se dice en inglés. Sin embargo, gran parte de los malabares no ha sido por el trabajo y por eso el título de la entrada está en español. No es que no haya hecho mil cosas diferentes en el trabajo, esa parte ha seguido igual o incluso se ha incrementado esta semana. Pero el factor realmente más disruptivo tenía un origen exógeno. Dicho de otra forma, no venía del trabajo sino que era parte de la vida personal. Especialmente la vida familiar. Mis padres querían vender el coche porque mi padre ya no conduce. Conocer la decisión hace unos meses fue, a la vez, una sorpresa y un alivio. Es una sorpresa porque lo último que esperaba de alguien que ha dedicado toda su vida profesional al volante y cuya idea de unas vacaciones cuando se jubilara era coger el coche y dar vueltas por España. Un alivio porque ya no conducía como solía. El caso es que, sin ser mi coche ni haberlo sido tuve que, en tres días, buscar una gestoría, quedar con un comprador

Rendido moderno (Relato)

Canta como si te llamara Luciano, Llora como si estuviera hecho de océano, Respira como moviera las hojas, Besa sin saber que él es beso. La seda, la fabrica su mano, Mozart lo único que acaricia su oído, El hidrógeno del sol son sus pupilas, Amor, a eso sabe su boca. Postrado ante la Dulcinea elegida, Éxtasis y delirio de un caballero, Cumplió así el destino primero, Rinde sus armas, su alma y su vida. Un saludo, Domingo.

Otra diplomatura

Hay momentos en la vida en los que cursamos primero de una nueva diplomatura. Muchas veces en asuntos económicos. Pasó cuando subió el euribor justo antes de la crisis, con la prima de riesgo, los techos de gasto y tantas otras. Pero en realidad se puede decir que pasa cuando que nunca se había puesto de actualidad, lo hace. En muchas casas pasa con los hijos, de repente todos los padres primerizos hacen primero de pediatría. Sobre todo las madres, hay que reconocerlo. En otras pasa con el bricolaje o la jardinería. En otros con la cocina. En mi caso, a falta de hijos y habilidad con el bricolaje, mis pequeños másteres han sido en jardinería y en veterinaria. La anatomía animal es ciertamente parecida a la humana. Las rodillas tienen ligamentos y hasta ligamentos cruzados que se rompen como los de los atletas humanos. Decía el veterinario que el cruzado roto era de deportistas o de sinvergüenzas. De perros deportistas o perros sinvergüenzas, se sobreentiende. En humanos no creo que