Tradiciones
Esta tarde escuchaba al veterinario de Onda Cero en su programa "Como el perro y el gato". Analizaban un mensaje de voz enviado vía whatsapp por un oyente mexicano. Básicamente este hombre pedía que se explicara, cual viacrucis, lo que un toro sentía en sus últimas horas.
El locutor lo explicaba, creo, de una forma descriptiva; sin entrar a valorar si eso era bueno o malo. Evidentemente dejaba caer lo evidente, a él le parecía una salvajada. Otra oyente mexicana animaba a los españoles a conseguir victorias animalistas porque esto facilitaría la labor en los países sudamericanos, entiendo que más atrasados a su juicio, en cuanto a derechos animales se refiere.
En un momento dado, alguien mencionó que las cosas no hay que mantenerlas solo porque sean una tradición. Ponía el ejemplo de la cabra tirada desde el campanario. Yo coincido con esta forma de verlo.
Mi abuelo veía los toros en televisión. Yo crecí, sin estar interesado en ellos, pero consciente de que se trataba de una tradición con un innegable valor artístico. Sé que hay quien lo negará pero creo que se equivocan, la verdad es lo que comentaba otro de los animalistas del programa, el innegable valor artístico palidece ante la tortura de un animal.
Como decía, creci sin estar interesado en ellos (jamás he ido a ver una corrida ni las veo en televisión ni sigo por la prensa ninguna noticia relacionada) pero permeable a los argumentos taurinos. Entiendo que pueda ser una raza cuya existencia depende únicamente de la lidia. Si no hay lidia, ¿para qué vamos a querer un toro de lidia?
Miles de especies han desaparecido y decenas, si no cientos, lo hacen cada año. ¿Cuál sería el problema de que se perdiera el toro de lidia? Sería desde luego preferible a torturar a un animal por mero sadismo y posiblemente preferible a torturar a un animal de forma inequívocamente estética.
Entiendo también que viven quizás con más comodidad que otros a los que no tenemos ningún reparo en comernos hechos hamburguesas y que a saber qué forma de morir tienen. Desde luego una batalla sin esperanza, lo que nos lleva al tercer argumento. Entiendo que tienen una cierta oportunidad de defensa en una batalla ciertamente desequilibrada.
El locutor lo explicaba, creo, de una forma descriptiva; sin entrar a valorar si eso era bueno o malo. Evidentemente dejaba caer lo evidente, a él le parecía una salvajada. Otra oyente mexicana animaba a los españoles a conseguir victorias animalistas porque esto facilitaría la labor en los países sudamericanos, entiendo que más atrasados a su juicio, en cuanto a derechos animales se refiere.
En un momento dado, alguien mencionó que las cosas no hay que mantenerlas solo porque sean una tradición. Ponía el ejemplo de la cabra tirada desde el campanario. Yo coincido con esta forma de verlo.
Mi abuelo veía los toros en televisión. Yo crecí, sin estar interesado en ellos, pero consciente de que se trataba de una tradición con un innegable valor artístico. Sé que hay quien lo negará pero creo que se equivocan, la verdad es lo que comentaba otro de los animalistas del programa, el innegable valor artístico palidece ante la tortura de un animal.
Como decía, creci sin estar interesado en ellos (jamás he ido a ver una corrida ni las veo en televisión ni sigo por la prensa ninguna noticia relacionada) pero permeable a los argumentos taurinos. Entiendo que pueda ser una raza cuya existencia depende únicamente de la lidia. Si no hay lidia, ¿para qué vamos a querer un toro de lidia?
Miles de especies han desaparecido y decenas, si no cientos, lo hacen cada año. ¿Cuál sería el problema de que se perdiera el toro de lidia? Sería desde luego preferible a torturar a un animal por mero sadismo y posiblemente preferible a torturar a un animal de forma inequívocamente estética.
Entiendo también que viven quizás con más comodidad que otros a los que no tenemos ningún reparo en comernos hechos hamburguesas y que a saber qué forma de morir tienen. Desde luego una batalla sin esperanza, lo que nos lleva al tercer argumento. Entiendo que tienen una cierta oportunidad de defensa en una batalla ciertamente desequilibrada.
Se dice que es la batalla del intelecto frente a la bestia. Por eso entre otras cosas al animal se le causa una importante hemorragia para que pierda fuerza, se le clavan banderillas que no son sino hierros que van desgarrando la musculatura en su continuo bamboleo y por último se acaba con una espada. Sin embargo, ¿se enfrentaría alguien de metro noventa a uno de metro cincuenta con una pistola y entrenamiento para usarla?
Cada vez que escucho a los taurinos me vuelvo más antitaurino. Recíprocamente, cada vez que esucho a un animalista desear la muerte de un torero, me vuelvo más taurino. Como decía esta persona en el programa de radio, hay que llegar a algún tipo de acuerdo. Un antiguo amigo me habló hace tiempo de unas banderillas magnéticas que podrían usar. Yo estuve de acuerdo. Incluso en inyectarle algún tipo de tranquilizante para que poco a poco vaya perdiendo fuerza llegando al estoque final que lo dejara groggy durante dos o tres horas.
Quizás fuera un tanto desconcertante para un toro pasar de pastar en una dehesa a escuchar el jaleo de una plaza de toros, sentir cómo va perdiendo las fuerzas para acabar echándose una siesta. Quizás lo fuera, pero si no se tortura a un animal y se preservan las características estéticas de la fiesta (bien llamada según unos, mal llamada según otros) quizás, quizás, merecería la pena. Algunas tradiciones no están bien, algunas tradiciones no estaría bien que se perdieran. Bastarían con que evolucionaran. Como nosotros.
Un saludo, Domingo.
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