Me voy a federar

Por segunda vez en mi vida. La primera vez fue al ajedrez. Estaba en el instituto. No sé muy bien cómo, pero acabamos en la federación malagueña de ajedrez. Iba junto con un par de compañeros de instituto. Ambos un año menores que yo. Ambos se conocían las aperturas (algunas de ellas) y en eso me sacaban ventaja. Luego en el juego abierto la cosa se igualaba.

A pesar de todo posiblemente uno de ellos era, como mínimo, igual que yo. También estudió matemáticas y también jugaba al fútbol sala. De hecho él sí jugaba al fútbol sala. Yo, como siempre he hecho, me limitaba a hacer lo que podía. Él era de los jugadores malos, esos que ponían el balón donde querían (normalmente la escuadra o la cepa del poste), yo de los buenos, esos que dejaban libertad al balón para ir donde este quisiera (normalmente de fuera a muy fuera).

Y nos federamos. Yo lo hice porque el primer año era gratis, debo reconocerlo. Jugamos el torneo de segunda (donde se empieza). Te enfrentabas a otros jugadores de segunda y si ganabas tus partidas subías de categoría a primera y si no lo hacías del todo mal, obtenías "norma de primera". Dos normas de primera y subías a primera. Yo creo que podría haber subido al año siguiente pero no pagué la cuota y dejé de ir.

Sinceramente, como tantas otras cosas, bueno no tantas, el ajedrez se me daba bien pero no era ningún superdotado. Eso sí, conseguí un reloj Viceroy al vencer (o quizás fue al no perder) en una partida rápida a uno de los árbitros del Torneo El Corte Inglés que se celebraba todas las semanas santas. Creo que lo he contado alguna vez en el blog. El árbitro, a quien veía por mi barrio con cierta frecuencia y posiblemente era vecino, me dijo que no debía alegrarme porque había cometido un error bastante gordo y tenía la partida perdida. Y así era, yo tenía la partida perdida hasta que él cometió un error que lo compensó. Por eso me alegraba y así se lo confesé.

Calculo que unos 25 años después voy a federarme otra vez. Esta vez será pagando. Eso sí es diferente. Lo que no es diferente es que no me federo porque sea especialmente bueno, sino porque me gusta el deporte y el ayuntamiento ha impuesto al club al que pertenezco esta limitación si queremos seguir disfrutando de una serie de beneficios. No es una petición exagerada ni sin sentido. De hecho, suponiendo que jugara solo una vez a la semana, todavía me saldría por la mitad de precio que cuando jugaba el año pasado en el complejo deportivo que había cerca de la empresa.

Además, ya tengo un lema para estrenar si es que alguna vez tengo que competir en algo:
Calidad tiene Juan Martín Díaz, yo solo tengo un guante en mi mano derecha. Un guante negro de rubgy ... del Decathlon.

Un saludo, Domingo.

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