La canícula
No soy un caso único. Al revés. Normalmente disfrutamos de un mes de vacaciones y a veces los tomamos íntegramente en verano pero otras veces lo que nos tomamos son solo dos o tres semanas. En cualquier caso, disfrutamos dos, tres o cuatro semanas de vacaciones mientras que el verano dura doce (o las que sean). Es decir, pasamos más parte del verano refrescados por el aire acondicionado de la oficina (normalmente durante las horas de más calor) que a temperatura ambiente.
Otras personas, bien por su trabajo con horario intensivo o bien porque estén jubiladas, sí que notan esa temperatura ambiente durante más tiempo. Son ellos los que normalmente se quejan de los rigores del verano. Esos rigores que puedo entender pero afortunada o desafortunadamente no sufro.
Los fines de semana, es otra cosa. Los fines de semana sí me es más fácil caminar con sus zapatos.
Claro, hablamos de 18 años de vida laboral, los 18 últimos, comparados con otros años cuyo recuerdo ya ha sido compactado en varias sensaciones puntuales que además, probablemente, están empapadas de edulcorante.
No me es fácil saber realmente el calor que hacer ahora. Tampoco me es fácil comparar el calor que hace ahora con el calor que hacía antes. Lo que sí sé es que sudaba entonces y sudo ahora. Sin aire acondicionado, es de suponer. Sudar es bueno, símbolo de que nuestro termostato funciona adecuadamente y que que el aire acondicionado interno está a pleno rendimiento.
Lo que sí me es fácil es saber que vamos cambiando los nombres de las cosas. Antes cuando llovía mucho teníamos una "gota fría", ahora tenemos una DANA (Depresiones a altos niveles de la atmósfera, si no recuerdo mal). Antes cuando hacía mucho calor teníamos una ... ola de calor. Ahora no sé qué nombre le habían dado el otro día al efecto atmosférico.
Me pregunto si se cambian los nombres de las cosas porque cambiando los nombres es más fácil concienciar del cambio climático sobre el que científicamente hay consenso. O bien simplemente se cambian porque se comprenden mejor y mejor usar el nombre adecuado que uno aproximado. Independientemente del motivo, el hecho al que se refieren es el mismo. En verano hace calor, unas veces más y otras menos. Y cuando hace calor de verdad, uno se alegra de estar en la costa o cerca de ella y no en Córdoba capital con 44º (en la que sí he estado) o en la "Sartén de Andalucía" (en la que no he estado).
Un saludo, Domingo.
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